Los movimientos migratorios son los desplazamientos de población de un lugar a otro, ya sea dentro de un mismo país (migraciones interiores) o hacia otro país (migraciones exteriores). Estos movimientos pueden ser temporales o permanentes y están motivados por factores económicos, sociales, políticos o ambientales.
LAS MIGRACIONES INTERIORES
Encontramos dos variedades:
- Las migraciones interiores tradicionales (finales del s. XIX - crisis económica de 1975) estuvieron protagonizadas por jóvenes poco cualificados que procedían del campo y se dirigían a las grandes ciudades en busca de trabajo. Estas migraciones podían ser:
- Estacionales o temporales (finales s. XIX - década 1960): desplazamientos de retorno de unas áreas rurales a otras (siega, vendimia, aceituna) o del campo a la ciudad (labores en la construcción, industria o servicios).
- Éxodo rural (1900-1975): tienen carácter definitivo o de larga duración, siendo el motivo fundamental conseguir trabajo e ingresos más altos en las ciudades. Los emigrantes procedían de Galicia, el interior peninsular o Andalucía oriental y se dirigían a las zonas industriales y turísticas de España. El periodo más importante se dio entre 1950-75 debido al crecimiento demográfico, mecanización del campo, auge industrial por los planes de desarrollo y boom del turismo en el litoral mediterráneo e insular.
Las consecuencias de estas migraciones son demográficas (unas áreas se vacían y envejecen y otras aumentan su densidad y se rejuvenecen), económicas (las áreas rurales perdieron a la gente más joven y capacitada, mientras en las ciudades aparecían problemas de congestión relacionados con la vivienda, los servicios…), de adaptación de los emigrantes a los valores y ritmos de la ciudad, el aumento de la contaminación en las urbes, etc.
- Las migraciones interiores actuales (desde 1975) se caracterizan por su diversidad en cuanto al perfil del emigrante, sus motivos y su destino. Distinguimos entre:
- Migraciones laborales, protagonizadas por jóvenes adultos (20-39 años) que se dirigen a zonas de mayor dinamismo económico, principalmente dentro de su propia región o provincia, en busca de trabajo. Estas zonas de destino pueden variar en función de la coyuntura económica.
- Migraciones residenciales, realizadas por jóvenes y clases medias que buscan viviendas baratas y calidad medioambiental. Suele darse desde una ciudad central a sus coronas periféricas o, incluso, a provincias vecinas (caso de Toledo y Guadalajara respecto a Madrid).
- Migraciones de retorno o vuelta de población a las áreas emigratorias. Hasta 1990 se trataba generalmente de jubilados, desde entonces afectan más a jóvenes.
Las consecuencias de este tipo de migraciones son fundamentalmente la creación de desequilibrios económicos y demográficos entre las distintas áreas afectadas.
LAS MIGRACIONES EXTERIORES
Desde mediados del s. XIX hasta la crisis de 1975, España fue un país de emigrantes. Desde entonces, España se convirtió en un país de acogida de inmigrantes.
La emigración transoceánica o a ultramar fue una emigración permanente (y en muchos casos asistida) a América Latina y, en menor medida, a EE.UU, Canadá y Australia. Este tipo de emigración atravesó varias etapas:
- Máximo auge desde mediados del s. XIX hasta la Primera Guerra Mundial (1914). Los países latinoamericanos en pleno desarrollo (destacan Argentina, Cuba y Brasil) son un foco de atracción para jóvenes varones poco cualificados que trabajaron en la agricultura y procedían fundamentalmente de Galicia, Asturias y Canarias.
- Crisis entre las dos guerras mundiales (1914-45).
- Auge entre 1945-60 en la época de la ruptura del aislamiento internacional al régimen de Franco. En este caso los emigrantes estaban más cualificados, ganando peso la emigración familiar. Procedían de Galicia y Canarias y se dirigían a Venezuela, Argentina y Brasil.
- Descenso desde 1960, al iniciarse el declive de la economía latinoamericana.
La emigración a Europa se escalonó en tres fases bien diferenciadas:
- Emigración escasa y estacional hasta mediados del s. XX. En un principio desde el campo levantino a Francia y, más tarde, exiliados de la Guerra Civil a este mismo país.
- Máximo auge entre 1950-1973, debido a la oferta de empleo existente en una Europa con problemas de población y en rápida reconstrucción económica tras la Segunda Guerra Mundial. La mayoría de los emigrantes españoles eran jóvenes adultos poco cualificados procedentes de todas las regiones (aunque destacó Andalucía y Galicia) que se dirigieron a Francia, la RDA y Suiza a realizar los trabajos peor retribuidos en la minería, la construcción, la industria y el servicio doméstico.
- Declive desde 1973 por la crisis económica en Europa occidental.
Las consecuencias de esta emigración exterior fueron demográficas (disminución de efectivos y aumento de los desequilibrios regionales), económicas (tanto positivas: al aliviar el paro y contar con las divisas enviadas por los emigrantes, como negativas: ya que los bancos invirtieron los ahorros de los trabajadores en las zonas más desarrolladas, desequilibrando aún más la situación económica entre regiones) y sociales (los emigrantes tenían que adaptarse a una sociedad distinta, vivían en casas de mala calidad, solían ser los trabajadores que menos cobraban… cuando estalló la crisis fueron los primeros en ser despedidos, retornando generalmente sin haber mejorado su cualificación profesional y enfrentándose a problemas de paro, vivienda, adaptación, etc.).
LA INMIGRACIÓN EXTRANJERA
Desde 1980 y, sobre todo, desde 1995 España comenzó a recibir un elevado número de inmigrantes. España se convirtió en un país atractivo por la necesidad de mano de obra a partir del desarrollo económico de 1995 (sobre todo poco cualificada), por medidas como las regularizaciones de ilegales (2002 y 2005), por ser la puerta a Europa en la llegada de inmigrantes africanos, por sus lazos histórico-culturales con América Latina y por su clima mediterráneo en el caso de los inmigrantes europeos.
Los emigrantes que vienen a nuestro país proceden fundamentalmente de América Latina (destacando Ecuador y Colombia), de África (Marruecos), de Europa del Este (sobresaliendo Rumanía) y de Europa occidental (destacando Reino Unido y Alemania). Salvo los emigrantes de Europa occidental (generalmente jubilados de clase medio-alta atraídos por el buen clima o las posibilidades de negocios), la mayoría son jóvenes poco cualificados que vienen a nuestro país en busca de una mejora en su nivel de vida.
Las consecuencia de la inmigración extranjera son de tipo demográfico (han contribuido al crecimiento, tanto de forma directa como por el incremento de la natalidad), económico (positivas: aportan población activa, hacen crecer el PIB, aportan más dinero al Estado del que consumen…; y negativas: presión a la baja sobre los salarios, pérdida de competitividad en ciertos sectores al disponer de mano de obra, aumento del déficit exterior por el envío de remesas al extranjero…) y social (surgimiento de actitudes xenófobas o racistas, duras condiciones laborales y de vida, dificultades de integración…).
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